Por Daniel Nina

La narrativa del capital en Puerto Rico, la neoliberal, ha creado un discurso que promueve el fin del bipartidismo. Ese es el modelo P.R. Sin lugar a dudas, unos dirán que ese es el problema en la isla. Mientras en países como el Reino Unido, los EE.UU., República Dominicana, los partidos se autogeneran para ganar el poder, pese a que han sido culturas bipartidistas.  Por lo tanto, ¿por qué en Puerto Rico nos organizamos para dialogar con el opuesto, en lugar de para alcanzar el poder?

Curioso, pero acaba de surgir otro intento, Causa Común.  Buena gentes, mis amigos, y sobre todo gente que se auto proclama progresistas.  Bien.  Desde Neftalí García en la década del 1990, o Rogelio Figueroa a principios del Siglo XXI, hasta llegar a Alexandra Lúgaro (antes del Movimiento Victoria Ciudadana), la consigna ha sido terminar con el bipartidismo.  Aún la estructura de poder del ejecutivo, legislativo y municipal, se rige por el bipartidismo.  ¿Debe ser la consigna terminar con ellos, o platear cual es mi proyecto para llegar al poder?

Lo interesante es que sacarlos a ellos del poder, es decir al Partido Nuevo Progresista (PNP) y al Partido Popular Democrático (PPD), es meramente para alcanzar la administración del proyecto colonial, el cual es hoy uno neoliberal, y con visos de anexión e integración plena de Puerto Rico, a la federación americana. ¿En serio?

Pensaría uno, que el Partido Independentista Puertorriqueño en el 2020, sacó el 14 por ciento del voto del electorado sin tener que argumentar que estaban contra el bipartidismo. Simplemente plantearon una opción alternativa.  De igual forma, el Partido Nacionalista nunca planteo administrar la colonia en las década de 1920 al 1950. Y bajo esta misma lógica, el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP) habló de lo que habló en la década de 1970, sin interés de administrar la colonia.

Lo que si hoy sabemos que el que esconda que es socialista, comunista, independentista, nacionalista, y sobre todo persona de izquierda, para simplemente administrar la colonia, se niega a si mismo.  Quien apoye administrar una colonial que asume el neoliberalismo con normalidad, no es parte de ningún proyecto a favor del país.  Es momento de ser, efectivamente radicales.  Pensemos.

Tomado de El Post Antillano