Denme los topos

Por Reynaldo Morales

En mi barrio pedir los topos es, en buen puertorriqueño, pedir la palabra. Es pedir la oportunidad de ser escuchado. Yo la solicito para insistir en que es necesario proclamar la independencia desde nuestra asamblea legislativa. Allí están los que pueden hacer esa
propuesta en nombre de la gran mayoría de los puertorriqueños. ¿Cuántas veces hemos
tenido esa oportunidad en el pasado los que creemos en la independencia? ¿Qué diría el
buen Dr. Ramón Emetrio Betances, de esa incapacidad para exigir ese derecho sin miedo?

Recientemente los compañeros del Movimiento Ñin Negrón (MÑN) circulamos un escrito del fenecido patriota puertorriqueño Don Juan Mari Brás, titulado El Miedo, donde nos advierte que “Ese miedo al miedo del pueblo se funda en la equivocada creencia de que no puede romperse la barrera de presiones, propaganda y falsedades que impide que el pueblo entienda la verdad.” La verdad es que la colonia es el problema y es la que nos impone para su conveniencia el imperio norteamericano.
Destruir la mentira no será fácil pero no existe un velo tan grande como para ocultar
toda la realidad.

El secreto de cómo se materializa y se sostiene la colonia es construyendo una mentira
apoyada en la dependencia económica y en la intimidación. No hay colonia donde eso no
ocurra. Procuran mantenernos divididos y tratarnos como un pueblo fatalmente
dividido. Se han encargado de inculcarnos la falsa idea de la necesidad que tenemos de
protección debido a nuestra fragilidad y pobreza, a la necesidad de asistencia para
nuestro desarrollo y de tutelar la creación de instituciones democráticas que nos
garanticen las libertades individuales. Por eso todas sus acciones se apoyan en perpetuar
la dependencia y el miedo. El antídoto a la mentira es la verdad que como el corcho
siempre sale a flote.

Vivimos momentos dentro y fuera de la colonia que hacen sospechar que hay vientos de
cambio político global. Los partidos tradicionales en vano se empeñan en defender la
dependencia y las políticas neoliberales impuestas por el “Consenso de Washington”. Ya
reflejan su agotamiento y por doquier se ven los resultados del desgobierno corrupto
colonial. No es que el imperio sea tonto y no tome nota de lo que sucede. Tratan por
distintos medios de capear el temporal. Por eso las ofertas de vistas y referéndums. Y
hasta inventan otras opciones políticas como alternativa a la verdad y a la
independencia.

En Puerto Rico también soplan otros vientos y muchos compatriotas lo anotan, lo
analizan y lo proyectan en números, porcientos y proporciones que reflejan ese cambio
en las preferencias políticas. También esos analistas reconocen la importancia de
alcanzar la unidad y alguien me sopló que debiéramos utilizar la palabra armonía en
lugar de unidad. En el MÑN estamos de acuerdo con esas propuestas de armonía o de
unidad y añadimos que esa es nuestra razón de ser como movimiento local. No solo loproponemos, sino que lo ponemos en práctica. ¿Qué nos mueve? La lucha por alcanzar la independencia de Puerto Rico.

La independencia es el antídoto a la mentira colonial. Solo la independencia garantiza el
desarrollo económico, político y social. Para escapar de la debacle económica que nos
impone el imperio necesitamos de nuestra independencia. Si bien es cierto que es
probable el escenario dónde las fuerzas anticoloniales y progresistas prevalezcan en una
contienda electoral no es menos cierto que también tengamos un gran riesgo de
sentirnos tentados a gobernar sin los recursos de la independencia y con ello poner en
duda nuestra capacidad de tener un gobierno próspero bajo la independencia. ¿Qué eso
podría ocurrir aun cuando exigiéramos la independencia? Yo no lo pongo en duda como
posibilidad, pero tengo que advertir que la razón de no tener posibilidad de alcanzar
nuestras metas, asumiendo el poder colonial, se deberá a la falta de poderes soberanos,
o sea la falta de libertades colectivas fundamentales que nos da la independencia.
He dicho en ocasiones anteriores que hoy en día se sabe que la sociedad no solo tiene
poderes públicos sino también privados. Yo no soy economista de profesión sino
abogado. Aun así, me considero un analista material de la realidad política. No me
gustan los reduccionismos y procuro tener una visión holística de los eventos. Por eso no
veo como la única fuente de poder en una sociedad a los poderes públicos. Hoy en día
esa verdad no se pone en duda en los foros de política, sociología y economía más
progresistas del mundo. No se discute que los medios privados de comunicación, la red
de informática (léase internet), las aplicaciones de interacción social como FB, Twitter e
Instagram y las grandes corporaciones o conglomerados económicos, poseen un gran
poder político a través del poder económico y comunicacional.

No es posible negar esa realidad y menos que esos poderes no están sometidos a los
procesos democráticos de elección y que resultan tan o más poderosos que los poderes
públicos. Tampoco una elección es suficiente para acaparar todos los poderes públicos.
Hay que prevalecer por lo menos en los dos que se someten a elección. Quedarían fuera
del alcance electoral el poder judicial y los cuerpos castrenses y para agravar, en la
colonia el poder imperial y sus tentáculos políticos y castrenses se acomodan por sobre
los poderes públicos también. Aun así, con todas esas ventajas el imperio le teme a la
independencia. Asumir el poder público sin la independencia es un suicidio político. La
independencia es la condición sin la cual no se puede gobernar. Ganar las elecciones
debe conllevar la inmediata exigencia del traspaso de todos los poderes soberanos y la
negociación de los términos y plazos para alcanzar la plena independencia.

Es de esperar que en la independencia tengamos que enfrentar y superar la herencia del
pobre desarrollo bajo el coloniaje, pero sin duda contaremos con nuestra capacidad para
forjar las soluciones que nos han permitido sobrevivir como pueblo y que se ven aflorar
en los momentos de mayor desdicha. Es ahí donde se evidencian la solidaridad de los
nuestros aquí y de allá, la explosión del ingenio y los actos de heroicidad. Decía el gran
antropólogo puertorriqueño Eduardo Seda Bonilla que los elementos que caracterizan a
una cultura superior son los desarrollos en las ciencias y el derecho.

Tenemos un gran dominio de la tecnología y las ciencias. Tenemos una comunidad legal capaz de producir
el cuerpo jurídico fundacional que garantice el disfrute de los derechos individuales y
colectivos. Que a la vez crea un instrumento balanceado de gobierno sensible a las
necesidades de nuestro pueblo. Que garantice no solo lo procesal sino los logros
sustantivos que también se deben alcanzar. Ya no es posible que se pierda el desarrollo
cultural alcanzado y en la independencia eso solo se puede superar.
Por eso la independencia no es un camino hacia la pobreza o hacia lo peor, sino una
avenida hacia la prosperidad y la dignidad. Es indiscutible que somos boricuas y nos
llena de amor la puertorriqueñidad. La independencia es la casa grande donde nos
reuniremos todos para celebrar el que ya somos dueños de la propiedad.

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