El mejor recurso es la Independencia

Por Reynaldo Morales

«En resumen, nada en PROMESA hace que la intención del Congreso de derogar la inmunidad soberana de la Junta sea inequívocamente clara. El estatuto no priva explícitamente a la Junta de inmunidad ni autoriza expresamente la presentación de reclamaciones contra la Junta. » Juez Kagan, JUNTA DE SUPERVISIÓN Y ADMINISTRACIÓN FINANCIERA PARA PUERTO RICO v. CENTRO DE PERIODISMO INVESTIGATIVO, INC. de 05/11/2023.

Un final que era de esperar en materia legal del Tribunal Supremo norteamericano. Que sostuviera el poder del Congreso al amparo de la cláusula territorial y los intereses de la banca de Wall Street. Los que vieron este resultado como injusto y lo tacharon de colonialismo tienen razón.  

En un artículo anterior ya había expresado lo siguiente;

          “La cláusula territorial propicia el apartheid para que se nos dé un trato distinto según esa jurisprudencia y en la legislación como fue la exclusión de la ley de quiebra y la creación de la Junta de Control Fiscal, que precisamente invoca esa disposición, que los faculta en ley para disponer lo que quieran sin que importe nuestro consentimiento”.

También les dijimos que era un remanente del feudalismo y que aquellos “revolucionarios” liberales no se deshicieron de todos los poderes monárquicos en su constitución porque algunos les parecían útiles a sus fines expansionistas. Así que aquello de los territorios de ultramar pertenecientes a la corona era algo que pasó a ser los territorios del Congreso y con las mismas prerrogativas del Rey. Quien no crea que eso es así puede ver los últimos casos, incluyendo este último asuntito, del Supremo Federal. Si aún tiene sus dudas échele una ojeada al libro de José Trías Monge, El Sistema Judicial De Puerto Rico” y vea como desde el gobierno militar hasta el primer gobernador norteamericano tratan y opinan sin tapujos que se trata de ver cómo pueden lograr administrar la colonia sin que les resulte oneroso ni complicado. Procuran lograr que los habitantes de la colonia puedan colaborar a pesar del fuerte desprecio por sus capacidades y su cultura. Al igual que los europeos con sus colonias ellos tenían una misión “civilizadora” con nosotros y claro, de los ingleses tomaban ejemplo para diseñar el gobierno local.

Sin hacer más historia les digo que pierden el tiempo los que piensan que en los foros federales se les puede arrancar a los gringos espacio para ganar libertad, igualdad o justicia, para los puertorriqueños colectivamente. Mejor les sacan dinero, pero no poderes. El objetivo del imperio en las colonias es hacerlas dependientes para explotarlas y destruir al colonizado y su cultura para así despojarlos de su territorio. Entonces pasan a integrar el territorio ahora poblado de cualquiera menos de sus originarios. Ahí están Hawái y Alaska, como los últimos ejemplos. Tanto en Puerto Rico como en Hawái llevan el mismo rumbo hacia la anexión. Terminado los fines de explotación industrial y agrícola, la economía se torna rentista y se encarece el costo de vida, como ya sucede en Culebra y Vieques. Por el alto costo de vida, vivir aquí, se nos hará imposible. Los únicos que pueden comprar terrenos son gringos y extranjeros ricos. Inclusive las leyes que se aprueban propician la llegada de estos capitales acaparadores de inmuebles para hacer negocios de ricos, con los ricos y para los ricos desde un paraíso fiscal dentro de la jurisdicción federal.

La dichosa Junta es otro mecanismo de expropiación de corte romano con poderes omnímodos para resarcir a los acreedores a expensas de los haberes públicos. Claro, estos compradores no tienen vínculos culturales ni históricos con la isla y una vez son la inmensa mayoría sólo quedará la alegoría de los viejos pobladores. Con ello termina el peligro de la única amenaza al poder imperial, la independencia. Sin pueblo puertorriqueño se hace entonces viable la anexión.

La dependencia económica es consustancial al colonialismo. Es el arma principal de la potencia colonizadora para esconder el garrote de la ocupación militar. Así, queda subordinado un gobierno civil al del imperio que ni siquiera es como la manumisión romana que es la de ser libre frente a todos menos ante el amo. De modo que ese flagelo nos limita a una economía impuesta y ajustada a sus necesidades y dentro de su corral legal que nos impide procurar proteger o ampliar nuestro mercado. Así, la avasalladora economía americana, queda en condiciones de aplastar nuestra economía. Es una competencia desigual. Por eso todos nuestros intentos de proteger o impulsar nuestra economía se estrellan contra ese muro de leyes y capital privilegiado.

El antídoto de la dependencia colonial es la independencia nacional. Para eso no busque otro mecanismo que no sea el que está a su mano para hacerlo sin la interferencia del imperio. Proponemos que, desde las cámaras presentar una resolución solicitando el reconocimiento de nuestro deseo irrevocable e irresistible a la Independencia. El primero por cuanto de esa resolución debe reconocer que somos una nación con un territorio separado y claramente definido histórica y culturalmente. Que tiene su propio idioma, instituciones, tradiciones y costumbres distintas de aquellas de la potencia que lo ocupa civil y militarmente. Por eso el primer por tanto es para decir que la independencia se demanda para salvar a nuestro pueblo. Queremos evitar que nos exterminen a fuego lento.

Esa acción tendrá un efecto potente y transformador para todos los que en ella intervengan. Con la mera insinuación de lo que se va a presentar se generará un volcán de noticias, llamadas de los que nunca llaman, preguntas de los que nunca les importaron los puertorriqueños y entrevistas a los ahora super importantes legisladores puertorriqueños. Lloverán las críticas, las amenazas, y por qué no, también los elogios. Los primeros elogios vendrán del pueblo diciendo que “por fin hicieron algo importante por Puerto Rico”. Luego vendrán los elogios del mundo entero y a eso también le teme el imperio. Será otra guasábara como la que le hicimos a Diego Salcedo.

Lo otro es permitir que nos destruyan y nos quiten el terruño. Todos, como el condenado a muerte, ahora se aferrarán a la que creían era la menos probable y la más remota de todas las opciones, la libertad. Ya no es un secreto que cuando nos lanzamos a la calle juntos como un PUEBLO, alcanzamos nuestros objetivos y eso nos lanza hasta la luna de la alegría de hacerlo como Boricuas, pa’ que tú lo sepas. La independencia salva a Puerto Rico y libera a los puertorriqueños.


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