Juego de palabras

Por Reynaldo Morales

Con una suerte de malabarismos conceptuales se presenta ante los medios de comunicación de masas corporativos (MSM para “main stream media” en inglés), la noticia de que hay una organización no gubernamental (ONG por cierto, están muy de moda) que busca llevar ante el tribunal Supremo de los Estados Unidos, la propuesta de derogar la doctrina los casos insulares. La razón que exponen es que es una doctrina racista e inconstitucional.

Recientemente, en un caso donde se niega el beneficio de seguro social suplementario a un ciudadano que se mudo a la colonia de Puerto Rico, por razón de vivir en el “territorio” donde el Congreso norteamericano dispuso que esos ciudadanos no tienen derecho a recibir ese beneficio, y así lo confirmó la corte 8 a 1, uno de sus jueces, que votó a favor, declaró que esa doctrina de los casos insulares es, a su juicio, inconstitucional.

Ya yo había señalado anteriormente que extrañamente la isla ha estado envuelta en cerca de media docena de casos ante ese foro en muy poco tiempo. La espontánea y sospechosa antipatía a esos casos ya había estado en los medios y hasta un congresista norteamericano se había propuesto presentar legislación para derogar.

Los casos insulares son una serie de decisiones tomadas por el tribunal supremo norteamericano durante la primera parte del siglo 20, durante el expansionismo en la edad de los imperios como le llamó el historiador Eric Hobsbawn. Una repasada a los escritos y entrevistas del Licenciado Juan E. Santiago Nieves, nos recuerdan que esos casos legitiman lo que en su día reclamaron los republicanos, en los debates de la Ley Foraker, el derecho de los Estados Unidos a tener, los que las otras potencias colonizadoras tenían, colonias. De ahí se apoya el tribunal supremo norteamericano para desarrollar la jurisprudencia donde legitiman el trato diferenciado empezando por reconocer que no éramos ciudadanos norteamericanos sino nacionales que a la vez son ciudadanos del pueblo de Puerto Rico. Eso culminará con el caso Balzac vs. El Pueblo de Puerto Rico donde por voz del juez Taft se determinó que somos una posesión y no parte de los Estados Unidos. Como bien señala Juan Santiago, es bajo los poderes residuales de la monarquía, que se conservaron en la constitución norteamericana, que se nos trata y gobierna como súbditos del Congreso y de ahí la escaza participación en todo lo que es el ejercicio fundamental democrática de decidir quién y cómo se nos gobierna.

Claro, resulta bochornosa la situación colonial del territorio (P.R.), y entonces se procede a tapar el cielo con la mano. Con la creación de las Naciones Unidas, a raíz de acabar con la manzana de la discordia entre las potencias colonizadoras, para garantizar la paz se adopta la carta fundacional de ese cuerpo. Entre las primeras disposiciones del primer artículo reconoce el derecho de los pueblos (no usa la palabra “naciones”) a la libre determinación. Eso crea la necesidad de cambiar la situación jurídica del territorio ocupado llamado Pueblo De Puerto Rico, que se mantenía dentro de los criterios ya descartados del coloniaje. Así que, al tiempo en que los gringos les exigen a los socios europeos que se deshagan de sus colonias, ellos presentan el mamarracho del ELA bajo la ley 600 de Relaciones federales. Para lo que importa en este artículo esa ley no deroga los casos insulares y eso basta para dejar claro que la colonia continúa aun después de la ley y la resolución de la ONU que la avala.

Darle un mentís de racismo para promover una nueva legislación congresional que deshaga lo establecido en esos casos no cambia lo esencial y es la relación de subordinación política de los puertorriqueños. Las preguntas básicas que debemos hacernos con posterioridad a la derogación de esa jurisprudencia son de la mayor importancia.

Aquí comienza otra saga en la política puertorriqueña porque se trata de otra fórmula para el entrampamiento de nuestro pueblo con los famosos fondos federales. ¿Pero irán más lejos y le ofrecerán el derecho al voto en las elecciones presidenciales? Lo dudo. Es que nadie debe llamarse a engaño y ni siquiera los más arrimados al colonialismo porque deben tomar el pulso actual de la situación en los Estados Unidos.

La situación deficitaria, de endeudamiento y de enfrentamiento contra potencias nucleares pone en peligro nuestro porvenir amarrándose a la suerte del imperio en decadencia. Mientras más se mueven los gringos al gasto militar más indispensable es que quieran recortar los beneficios a individuos y aumentar las contribuciones y para eso si podemos ser buenos. Ese aumento inflacionario a quien más afecta es a los trabajadores y al ejército de reserva laboral (los desempleados). Ya hay sectores estructuralmente fuera del proceso productivo y la brecha entre ricos y pobres se abre abismalmente. Estados Unidos es un pueblo armado hasta los dientes y las masacres de ciudadanos son un preludio de enfrentamiento primero entre razas y luego de clases. No faltarán los desprendimientos políticos de algunos estados ricos que ven asomarse la hecatombe y prefieren huir de los problemas.

Está muy lejos de que Estados Unidos quiera dar la bienvenida a un estado latino y por lo tanto esta campaña contra esos casos insulares por promover el racismo parece ser más un argumento de campaña política para las elecciones congresionales de noviembre que un intento serio de cambiar la situación presente.

Los que conocemos nuestra arena política sabemos que la clase oportunista de los políticos locales empiezan a salivar profusamente. Los independentistas estamos claros en que el problema es la colonia y no hay proceso de reivindicación de derechos civiles en Puerto Rico que no culmine con la descolonización porque con ello también se va al carajo el racismo sobre el cual se asentaba la colonia. Eso debe señalar que nuestro norte debe ser un proceso al amparo del derecho internacional que reconozca nuestro derecho a la libre determinación e independencia. Desde la independencia hablamos de lo que ellos quieran hablar y  de lo que los puertorriqueños decidan libre y soberanamente hacer. Rechazamos cualquier intento por maquillar la colonia y defendamos el caudal de beneficios que representa nuestra independencia. Patria digna, libre y socialista. ¡Viviremos y venceremos!


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Un comentario en “Juego de palabras

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