Por Carlos R. Alicea Negrón
«El patriotismo no es solamente esa virtud heroica que en las angustias de un pueblo
brota inesperadamente; es también esa cólera que se siente cuando se ve el mal
general; ese trabajo interior que hace en nosotros el afecto nacional, y que,
llevándonos en alas del deseo, despiertos y dormidos nos hace soñar constantemente
en el bienestar, encarnado en nosotros, del suelo en que nacimos.”
Eugenio María De Hostos

Es el cantar de la esperanza la que hace brotar en muchas y muchos boricuas el amor
sagrado que nos alienta e inspira a levantarnos todos los días a forjar la nación borincana.
Ese andar creador y militante que ilumina el accionar colectivo-comunitario que avanza el
proyecto fundamental liberador de nuestra nación invadida e ilegalmente ocupada desde
1898, por el imperio estadounidense, ese proyecto de alcanzar la Independencia Nacional
que es la única manera de poder acabar con el colonialismo en Puerto Rico. Que es la única
manera de tener la posibilidad de ejercer los poderes políticos soberanos, que nos dan la
posibilidad de crear, levantar, construir desde nuestros esfuerzos, desde nuestras
capacidades, ingenio, creatividad, perseverancia y desde el amor, un proyecto de país que
será justo y digno para todas y todos los boricuas. Porque no nos equivoquemos, el campo es claro: están aquellos que buscan, quieren, que fomentan la destrucción de la nación boricuas, la no creencia en nuestras posibilidades y capacidades, de ser y construir una Patria justa y digna para todos; esos son los anti- boricuas, los serviles criados del colonialismo y el imperialismo. Aquellos que defienden al imperio, aquellos y aquellas que se ofrendan y se venden al mejor postor traicionando a su gente porque están en el guiso continuo para servirle de fachada a la invasión y violencia colonial que desata el invasor estadounidense sobre nuestra gente. Y estamos los que creemos en nuestra gente, en su inherente solidaridad y sentido comunitario y colectivo; en su bondad y en su capacidad creadora y su perseverancia. Aquellos y aquellas que sabemos que vemos la infinidad de acciones, de intentos de crear y construir ante la adversidad de la violencia económica, política, policial-militar,judicial que desatan los invasores contra nuestro pueblo día a día. Aquellos y aquellas que creemos, luchamos, creamos, forjamos, fundamos acciones cotidianas para transformar la conciencia de nuestros hermanos y hermanas boricuas e implementamos proyectos transformadores en todas las dimensiones sociales, políticas y económicas de nuestra nación; que nos ofrendamos a defender el territorio, la gente, la riqueza ecológica ambiental comunitaria de nuestro pueblo.
Y en este caminar de la historia de nuestro pueblo, de esa definición clara de nuestra
gente que se reafirma como Boricua, no estadounidense, identidad de la gran mayoría de
nuestro pueblo, hay infinidad de símbolos que sirven como el suelo fértil donde erigimos esa narrativa reafirmante de quienes somos, de lo que somos. Uno de esos símbolos
fundamentales es la Bandera Boricua. La monoestrellada. Esa que un grupo de boricuas
enarbolaron valientemente y militante como símbolo de resistencia, lucha y rebelión contra el imperialismo español más también como símbolo fundamental de la integración de la nación boricua, de su pueblo en la lucha de independencia de Nuestra América. Esa
monoestrellada que representó y representa los más altos valores de entrega, militancia y
valentía del boricua, que es el numen que nos recuerda quienes somos y quienes nos
debemos. Esa misma Mono estrellada que acompañó a los boricuas que se enfrentaron a los ejércitos invasores en las miles de guerras de guerrillas que florecieron en la nación boricua ante la invasión. La misma monoestrellada que el Maestro y los Nacionalistas levantaron como insignia sagrada de la lucha irredenta de nuestro pueblo contra el odio, el racismo, la violencia económica, militar, policial, judicial, militar gringa contra nuestro pueblo. La misma monoestrellada que fue desdeñada, perseguida criminalizada por el gusano traidor implementando las órdenes de sus amos, bajo la Ley de la Mordaza; la monoestrellada que fue izada como la aurora que guío a nuestra nación en la Revolución Nacionalista del 1950 y la que se desplegó en el 1954 en el Congreso imperial invasor, cuando Lolita, Irving, Rafael y Andres, levantaron el grito de lucha revolucionaria de nuestro pueblo. La monoestrellada que hoy está en una pared y que rememora la valiente frase de un boricua indomable afirmando: “la próxima vez se van a tener que llevar la pared”.
Ahora hay que señalar que con precisión y claridad esa bandera tiene que ser
protegida de quienes desde sus simulaciones traidoras dicen defenderla más en sus
acciones la desdeñan. Desde los que defienden la anexión y otros subterfugios coloniales
que excluyen y esconden la independencia nacional, más se llenan la boca abrazando la
bandera, la traicionan con esas posturas su “amor a la bandera es espurrió”, es falso. Los
que se visten con la Monoestrellada pero esconden y hacen invisible a esencia de lucha
revolucionaria de la misma, porque patrocinan un nacionalismo tuco que separa la re-
afirmación e identidad de nuestra nacionalidad de la actual invasión y ocupación ilegal de
nuestro pueblo por el imperio estadounidense, con su inherente violencia económica,política y militar. Los que utilizan la bandera para avanzar su defensa de maneras de crear y construir modelos económicos y políticos que son ajenos y contrarios a nuestra naturaleza colectiva y comunitaria de nuestra nación. Es la responsabilidad de aquellos y aquellas que creemos en la nación boricua, en nuestra gente a denunciar y a señalar la falta de respeto a nuestra insignia patria y a defenderla, porque es parte fundamental de nuestro pueblo.
Esa bandera amada, luminosa, inspiradora, símbolo de nuestro amor y nuestro amor patrio, es la que mañana conmemoramos 133 años de su creación y 130 años de su adopción como el símbolo de lucha revolucionaria de esta nación boricua que sigue viva y que no claudica su gesta para concretar su independencia nacional. Por ello renovamos el compromiso cabal que tenemos por luchar por la Independencia Nacional de Puerto Rico porque levantamos y defendemos la esencia fundamental desde donde floreció la Bandera Nacional Boricua.
Por la Independencia Nacional
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