Por Carlos Rafael Negrón Alicea
«El derecho natural, que no reconoce ni la esclavitud personal ni la esclavitud nacional.»
Pedro Albizu Campos

Hoy 10 de diciembre se celebra el Día Internacional de la Adopción de la
Carta de los Derechos Humanos por las Naciones Unidas. Esta carta de derechos
fue adoptada el 10 de diciembre de 1948.
Es fundamental que entendamos que la lucha por los
derechos humanos en Puerto Rico, comienza y termina, tiene que estar
inexorablemente ligado a enfrentar, y terminar el régimen colonial que se
impone en Puerto Rico por los Estados Unidos desde 1898.
La colonia, la usurpación continua y constante de una nación extranjera, que
impone y dicta los lineamientos, políticas económicas, sociales y culturales, con el
fin de controlar, hacer invisible, degradar los pilares fundamentales que
nos hacen boricuas, inciden directamente y niegan a los nacionales boricuas sus
derechos humanos fundamentales tal listado en la Carta de Derechos Humanos
Universales.
Derecho a la educación, a la salud, a la vivienda adecuada, libertad de ejercer
políticas económicas, ambientales-ecológicas que redunden en permitir a los
boricuas acceder una vida digna, para ellos, ellas y sus familias y sus comunidades,
son obstaculizados, son marginados en la colonia, porque las decisiones
fundamentales, para tener la posibilidad de garantizar el cumpliento cabal de esos
derechos humanos, residen en la misma nación, que nos invade y ocupa ilegalmente
desde hace más de 125 años, y que ha tomado y toma acciones que garantizan que sus
intereses económicos políticos sean los que prevalezcan. El bienestar o avance de
los boricuas es incidental.
No es casualidad que las primeras acciones de los invasores fue el despojar a
los puertorriqueños de sus tierras; no es casualidad que implementará un programa
de exterminación al esterilizar un 35% de la mujer boricua. No es casualidad que
quisieron erradicar un pilar de nuestra identidad cultural al imponer la educación
forzada en inglés en el sistema de educación pública. No es casualidad que cada una
de las acciones en la dimensión económica fuera para supeditar la economía de
nuestra nación a la nación estadounidense, extrayendo en el proceso trillones de
dólares, canalizando la riqueza que generamos los trabajadores y trabajadoras, a fortalecer y fomentar el desarrollo económico en los EUA y migajas de crecimiento económico en Puerto Rico. No es casualidad que se apropian de los recursos ambientales-ecológicos, principalmente agua y costas para alimentar las corporaciones estadounidenses. No es casualidad que hayan encadenado la economía colonial a la perpetua del sector financiero-bancario estadounidense, obligándolos a pagar una deuda ilegítima y odiosa.
Esta limitada lista de acciones de los invasores gringos choca directamente con la Declaración de Derechos Humanos establece que:
“Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base
el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e
inalienables de todos los miembros de la familia humana.”
Porque la colonia, la ocupación ilegal de una nación por otra, niega la
libertad y la dignidad y la justicia al pueblo invadido, por más maquillaje con el que
se le quiera ocultar.
La conmemoración de la adopción de esta declaración de la Carta de Derechos
humanos, en Puerto rico requiere que sin ambages y con claridad y precisión integre,
parta, enfatice lo fundamental de que luchar por los derechos humanos, en su rica
diversidad y dimensiones, tiene que estar atado a la lucha por la independencia
nacional, con el derrocamiento del régimen colonial en Puerto Rico. Con la expulsión
de los invasores estadounidenses y el llamado a capítulo de todas y todos los nacionales
borucas que ha sido cómplices de un régimen colonial, que le niega los derechos
humanos fundamentales a sus hermanos y hermanas boricuas.
No hay derechos humanos bajo la colonia, y solo desde el ejercicio de la
soberanía política que nos daría la Independencia Nacional es que podríamos tener
la posibilidad, de defender y encauzar una nación que cumpla a plenitud y sin
reserva con la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, porque como nos
enseñó Don Pedro:
“Que basta que se encauce la mentalidad de Puerto Rico por senderos de libertad
y responsabilidad, para que ese talento llegue a sorprender a la humanidad entera.
Tenemos esa fe absoluta en la grandeza de todo puertorriqueño.”
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