Por Reynaldo Morales

El título de este artículo expresa, al modo de la máxima cartesiana, una consecuencia lógica de un hecho dado. Pero no es menos cierto que contra esa lógica, en el caso de Puerto Rico, no se nos deje participar con plenitud de esa consecuencia a pesar de que tanto los Estados Unidos como la comunidad internacional reconocen que somos un pueblo.
Como único dejamos de ser un pueblo es desapareciendo del lugar que habitamos. Es decir, nos transformemos en una minoría ínfima en esta isla o dicho con ironía, pasar a ser una alegoría folclórica para cuando lleguen los turistas unos bailarines descendientes del los habitantes originarios bailen bomba y plena. Contra ese destino afirmamos nuestro deseo de ser una nación libre y soberana que es la mejor herramienta de proteger la existencia y la identidad de un pueblo. Los pueblos por su esencia de ser una cultura única, como cualquier otra especie, están protegidos para evitar su extinción y esa es la función que le asigna las Naciones Unidas al Comité de Descolonización.
El historiador británico Eric Hobsbawm en su libro La Era de los Imperios, describe el periodo de 1875 a 1914, como el momento en que las naciones europeas y Estados Unidos, se reparten el resto del mundo en posesiones coloniales, o dicho con el típico eufemismo, en “zonas de influencia”. Ahí entramos nosotros a ser una posesión, o sea, a ser una pertenencia que una nación imperial le robó a otra. Es por eso por lo que en nuestro proceso de advenir en una nación libre latinoamericana nos sale al paso una invasión que nos priva de nuestro derecho y nos convierte en una pertenencia sin otro destino que ser su colonia como los recoge el Lcdo. Juan Santiago Nieves: “, la llamada Ley Foraker de 1900 para organizar un gobierno civil – convirtió a Puerto Rico en un territorio administrado por el Congreso. Se nos clasificó como territorio no-incorporado. En Granville-Smith v. Granville-Smith, 349 U.S. 1, 5 (1955) la Corte Suprema de EE.UU. explica con agudeza el significado de “territorio no incorporado” que se utiliza para identificar “posesiones de Estados Unidos que no se estimaban como futuros estados”. (Juez Frankfurter).” Véase, LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA Y LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE páginas 1-2
Fíjense que esa decisión es de una fecha posterior a la creación del ELA y viene de la mano del afamado Juez Felix Frankfurter, que es venerado por tantos puertorriqueños y no menos por sus compatriotas estadounidenses. Por eso explicamos en la primera parte que la intención era la de cambiarnos el nombre y tratar de engañar a los locales y a la comunidad internacional. ¿Con que propósito nos quieren como un territorio? A eso vamos.
Ahora quiero explicar a que se dedican los imperios. Para los imperialistas, la idea era tener más acceso al control de la tierra y los mares para allegarse más recursos que explotar y lograr generar la mayor riqueza económica y militar frente a otros imperios. Por eso las guerras entre los imperios europeos se traslado como norma a los Estados Unidos que exigía un lugar en el club de los imperios y también marco su territorio como los perros en la América Latina con la doctrina Monroe.
Ya es muy vieja la práctica imperial de convertir al territorio colonial y sus habitantes en una economía dependiente del imperio. Esa explotación y dominio colonial reducen la economía del territorio a la dependencia y al despojo de sus recursos. Así fue como primero aquí vino la explotación mediante el monocultivo de la caña de azúcar, luego como fuente de mano de obra barata para la industria de manufacturas livianas desde la segunda guerra y a partir del 1980 bajo el flagelo del rentismo financiero. Esto último, es una fórmula para dominar y explotar no solo a Puerto Rico sino a muchos países en desarrollo.
El rentismo consiste en un endeudamiento público y privado que extrae de los consumidores altas tasas de intereses usureros, así como también del gobierno y sus dependencias. Este modelo estrangula cualquier posibilidad de desarrollo de un sector saludable de producción de bienes y servicios. Este rentismo financiero ha conducido a la bancarrota al gobierno de Puerto Rico y se le obliga privatizar sus haberes públicos que constituyen monopolios naturales como la educación, las comunicaciones, la salud y la energía. Pudiera incluir cualquier otro recurso como el agua, las tierras fértiles y las costas. Este modelo arranca desde la legislación federal y se corresponde con legislación local que obsecuentemente facilitan los partidos coloniales. Es el cepo de la legalidad colonial y con el se facilita toda esta explotación. De ahí que se confundan las migajas que se ofrecen para mitigar el daño con que somos adictos al mantengo como si fuese elegido por nosotros ese modo de vida.
Por eso este repago de la deuda pública se hace bajo condiciones odiosas para beneficio de los intereses bancarios del Wall Street. Que nos obliga a entregar a intereses privados los monopolios como el de generación y distribución eléctrica que no liberan al gobierno de la deuda y le fugan hacia las matrices corporativas o paraísos fiscales del exterior las ganancias que obtiene dejando sin posibilidad al gobierno de obtener ningún tipo de beneficio fiscal local para contribuir al pago de esa deuda. O sea, no libera a la colonia de la deuda cuando tiene que vender el patrimonio público y la obliga a pagar la del privatizador, al no poder rescatar ni siquiera la renta fiscal de la operación de ese negocio privado.
Por lo tanto, hay que romper esas cadenas de la dependencia colonial con la independencia que es lo que abre las puertas al desarrollo integral en el ámbito geopolítico que lo circunda. Brindará una ventana de oportunidades de nuevas relaciones con otras naciones de las Américas y del resto del mundo que nos permitirán crear soluciones y generar confianza. Construir nuestras relaciones internacionales de conformidad con nuestras necesidades y conveniencias. Para poner el talento y el ingenio de estas generaciones altamente calificadas al servicio y al interés de nuestro pueblo y no al del imperio.
La independencia y la soberanía nos dan acceso al mercado internacional, ello implica la posibilidad de conseguir toda una gama de productos, bienes y servicios que reproducirán una nueva realidad de mercado que será libre por primera vez. Eso permitirá, entrada y salida libre de productos de cualquier procedencia generando un interés inusitado en otros países. Sobre todo, el abaratamiento de costos en diversos reglones estratégicos para propiciar el crecimiento del mercado interno, ya protegido para levantar una economía que sea autosostenible, que propenda al desarrollo de capitales locales, al crecimiento de la inversión extranjera con transferencia tecnológica y al desarrollo de acuerdos comerciales internacionales. Nuestra participación en el mundo de las relaciones internacionales nos abre las puertas al intercambio, a la participación en foros y organizaciones regionales o globales. Desarrollaremos nuestros planes de pueblo en función de nuestros intereses hacia objetivos específicos que le brinden la mayor suma de felicidad posible.
En cambio, en la colonia a merced del rentismo, estamos viviendo de mes a mes para pagar todas las rentas producto de hipotecas, renta de inmuebles, servicios de teléfono, internet o televisión satelital o ambos, pago o pagos de auto, tarjetas de créditos o préstamos personales o ambos, colegio, seguros, y las indispensables de agua y luz. Algunas de estas se sacrifican para poder comprar alimentos y efectos personales o combustible o cualquier otro imprevisto. Cada vez mas se compra la comida y otras necesidades con tarjetas de crédito. Otros buscando alivio para el pago de la luz caen en compras a crédito de equipos de energía solar para sustituir un pago por otro de una deuda que no puedes dejar de pagar. Están la mayoría atrapados en el infierno del crédito y las calificadoras de crédito deciden el interés que pagan, cuanto pueden pagar y si necesitan quien les de la firma. Es un hombre y una mujer acorralados por los cobradores, amenazados con el desahucio por atrasos, el embargo, las penalidades y los cargos por atrasos en los pagos. Viven para proteger la casa, el auto y el celular. Miles de puertorriqueños se lanzan a buscar ingresos adicionales vendiendo todo tipo de mercaderías y algunas confeccionadas por ellos como arreglos o golosinas o rifas. Y algunos necios se preguntan porque las mujeres no quieren parir.
Mientras los rentistas nos dicen que el aumento de salarios no es posible porque eso hace que nos suban los precios por inflación y así que lo que te haga falta consíguelo a crédito. Las pequeñas y medianas empresas son presas de ese rentismo. Mientras los gobiernos insinúan que hay que considerar la disminución de ingresos a los pensionados y trabajadores del sector público. Solo una camarilla de individuos al servicio de esos lideres políticos viven como una casta de privilegiados.
Hay una manera eficaz de poner esta colonia sobre sus pies. El pueblo de Puerto Rico debe exigir el reconocimiento inmediato, por parte del gobierno de Estados Unidos, de su deseo irrevocable e irresistible a su Independencia. La Asamblea Legislativa, esta investida con la autoridad suficiente en derecho para hacer ese reclamo por mayoría. Deben hacerlo primero para salvar al pueblo que somos porque tenemos derecho a existir como pueblo y, además, todos los partidos coinciden que es a ese pueblo al que dicen defender. En segundo lugar, para denunciar ante el mundo a ese ocupante explotador que nos niega ese derecho para engordar a sus grandes corporaciones rentistas. Tercero para recuperar los daños causados por los que usurparon el poder. No llegaron por Guánica con visa y pasaporte y deben devolver todo lo que se apropiaron sin justo título.
Boricua pa’ que tu lo sepa!!!
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