La colonia en crisis

Por Ismael Mueller, Economista FS

“La colonia está en crisis” o “la colonia está rota” son frases que escuchamos a menudo. Desde estadistas hasta independentistas lo repiten como un mantra. A través de todo el espectro político esa es la explicación fundamental de la crisis económica que nos azota desde el 2006. Pero esta conclusión que parecería obvia tiene serios problemas de análisis. Y lo principal es que la realidad que vemos en los datos económicos pinta un cuadro totalmente diferente. Si realmente la colonia estuviera en una crisis económica, las estadísticas deberían reflejarlo. Pero los datos no sólo no presentan una crisis, sino que presentan una economía activa y altamente productiva.

 Según la Junta de Planificación para el 2022 el Producto Interno Bruto (PIB) fue de $103,140,000,000. Esto nos coloca entre los países de América Latina y el Caribe como de mayor ingreso per cápita. Las exportaciones superaron los $62,300,000,000. Con un superávit en la balanza comercial de más de $17,960,000,000. Puerto Rico aparece entre las mejores economías para invertir a nivel mundial. Bajo ningún criterio económico nuestra economía podría catalogarse como una en crisis. De hecho, nuestra economía no debería tener una deuda pública como la actual. Pero más todavía, nuestra economía produce lo suficiente como para poder pagar la deuda cómodamente sin afectar al ciudadano común. No hay ninguna razón para que nuestros bonos estén degradados a chatarra. La proporción de la deuda es apenas un 70% de nuestro PIB. Lo que la coloca en un nivel cómodamente manejable. Como ejemplo, la deuda de Estados Unidos es un 140% de su PIB. Y la de Japón un 230%. Las ganancias netas de las corporaciones que operan aquí superaron los $33,000,000,000 en el 2021. Nada de esto apunta a una crisis de la economía de la colonia.

Sin embargo, cuando miramos a nuestro alrededor lo que vemos es un cuadro desolador. La pobreza supera el 50%, los centros urbanos están abandonados, las filas para buscar comida en las iglesias y organizaciones comunales son cada día más largas, miles de personas sin hogar viviendo debajo de los puentes. El sistema de salud al borde del colapso, la educación en crisis y los servicios básicos cada vez más escasos. Apagones, falta de agua, carreteras y puentes intransitables. En resumen, una infraestructura en franco deterioro. Es obvio que hay una crisis económica, pero no de la colonia. Las causas de la crisis, así como su naturaleza hay que buscarlas en otra parte.

Un dato que todos los economistas pasan por alto y que debería ser fundamental es la diferencia entre nuestro PIB y el PNB (Producto Nacional Bruto). Para 2022 el PNB fue de $70,190,000,000. Una diferencia de $32,950,000,000. Eso significa que uno de cada 3 dólares producidos por nuestra economía terminan en manos extranjeras. Esto por sí solo explicaría la crisis actual. Un país que pierde una tercera parte de la riqueza que produce está condenado a ser pobre y en crisis permanente. Pero eso es solo una parte. También debemos ver cómo se distribuye la parte que nos queda después de pagar este “tributo” al gran capital extranjero. Es aquí donde llegamos a la verdadera causa de la crisis, la naturaleza misma del sistema colonial.            

Esta se da en función de un sistema de explotación cuya única finalidad es extraer la mayor cantidad de riqueza posible de la colonia. Las colonias son para explotarlas y por eso su naturaleza por obligación es una de explotación y desigualdad. Es este sistema colonial el que organiza nuestra economía de forma que el capital extranjero se lleve una tercera parte de toda la riqueza que producimos. Y este mismo sistema es el que reproduce y profundiza la desigualdad que convierte la pobreza en miseria. Por eso es posible mantener una economía rica y a la mayoría del pueblo en la miseria al mismo tiempo.

Los mecanismos a través de los cuales se da esta explotación son muchos. Pero todos tienen algo en común. Todos son implementados y apoyados por el Congreso norteamericano en virtud de nuestra condición colonial al que ese mismo congreso nos somete. La Junta de Control Fiscal, las leyes de comercio interestatal, las leyes de cabotaje y hasta la ley para irnos a la quiebra son leyes impuestas por el congreso. Y todas están diseñadas para facilitar la extracción de riqueza y la privatización de nuestros recursos para el capital norteamericano y sus socios. Esto es de tal forma que hasta las “ayudas” que dan terminan convirtiéndose en parte de esa explotación y saqueo. El ejemplo más reciente es la escasez de plátanos y guineos provocada por todas las restricciones federales a nuestro comercio exterior junto a la incompetencia del secretario de agricultura. LUMA y Genera PR son otro ejemplo más que vale la pena analizar.

Desde finales de la década de los 80 los inversionistas norteamericanos y sus socios tienen su vista puesta en la A.E.E … Para apoderarse de ella se inició un cabildeo en el congreso por parte de estas compañías (del que algunos congresistas son accionistas) para forzar la privatización de nuestro sistema eléctrico. En 1989 nos impusieron la ley PURPA que obligaba a privatizar parte de nuestra producción a través de las cogeneradoras. Así nos impusieron Ecoelectrica y la carbonera en Guayama. Aumentando el costo de la electricidad, creando una catástrofe ambiental y provocando una crisis financiera en la A.E.E.. Eso junto al endeudamiento ilegal y excesivo al que la sometieron el PPD y el PNP terminó por llevarla a la quiebra. Luego llegaron los buitres del gran capital financiero y nos impusieron a una sindico norteamericana que lo primero que hizo fue vaciar los almacenes de la corporación. De tal forma que cuando llegó María no teníamos ni un poste en inventario. Luego llego la “ayuda” de FEMA pero con condiciones catastróficas para nuestra economía.

La supuesta ayuda (que viene de un fondo federal al que Puerto Rico aporta millones) vino condicionada a que solo se podían utilizar compañías norteamericanas. Compañías que nos cobraban diez veces el valor de su trabajo y materiales. Todo esto y el retraso de 6 meses en restablecer el servicio nos costó miles de vidas. Ahora nos ofrecen más “ayudas” en forma de fondos federales (que nunca llegan) pero condicionado a la privatización de la A.E.E.. Y es aquí que llega LUMA y Genera a dar el gran tumbe. Y todo esto con la complicidad del PPD y el PNP. Al final nos quedamos sin luz, pero con una factura cada vez más alta. Pero no podía faltar el capital financiero. Los buitres que facilitaron la fiesta de bonos y deuda ilegal no podían quedarse sin su parte del botín. Con la complicidad del gobierno colonial al servicio incondicional de la Junta dictatorial nos imponen el pago de una deuda ilegal por 30 años. Y todo esto con la legitimación por parte de la juez Taylor Swain, también impuesta por el congreso.

La historia es la misma a través de todo el país. En la privatización de las playas, las carreteras, los aeropuertos y todo nuestro patrimonio. El desplazamiento de comunidades, el cierre de escuelas y el robo descarado de los planes médicos que ha llevado el sistema de salud a su peor crisis y mucho más. Pero a todo esto hay que añadir la corrupción rampante y descarada del PPD, PNP y sus socios de la oligarquía nacional. Únicos beneficiarios del saqueo y la crisis. Los mismos políticos y burócratas que se reciclan con grandes sueldos en las empresas privatizadoras. De las diez compañías de mayor crecimiento en el país 3 son vendedores de paneles solares, y las demás son planes médicos y vendedores de autos de lujo. Estos son los puertorriqueños que se benefician del sistema mientras la inmensa mayoría sufre las consecuencias. Pero lo que confunde es que en realidad nada de esto es nuevo. Este ha sido el modus operandis de la colonia desde Juan Ponce de León.

Lo diferente en la actualidad es que el manejo de la colonia está en manos de un imperialismo en decadencia. Un imperialismo para el cual el manejo de la crisis permanente a la que nos somete se salió de control. Y ahora no solamente las clases trabajadoras y marginadas la sufren cada vez peor, sino que también esa llamada “clase media” ve desaparecer su estilo de vida. Es ahora cuando la crisis permanente los alcanza que cobran conciencia. Pero para ellos y su intelectualidad la crisis es relativamente reciente. No pueden asociarlo a las estructuras coloniales. Entonces para ellos el problema no es que seamos colonia en sí, sino que ya no funciona como antes. Entonces el problema se reduce a la mala “administración” y “corrupción” del PPD y el PNP. Si la colonia esta “rota” se puede “arreglar”. Y si está en crisis es cuestión de cambiar al gobernador y la legislatura. Pero esa crisis que algunos ven como reciente ha sido la realidad histórica de la mayoría del pueblo trabajador.

La llamada “época de oro” de la economía colonial, lo fue mayormente para la clase media. La mayoría se benefició mucho menos o nada durante esta época. Mientras los comerciantes locales prosperaban con la avalancha de consumo sostenida por el endeudamiento excesivo, miles de trabajadores y trabajadores fueron obligados a emigrar. Mientras los burócratas sindicales se peleaban por las cuotas, el gobierno legislaba para eliminar los derechos laborales. Mientras los políticos nos hablaban de corrupción y mala administración, Fortuño conspiraba con los bancos para provocar una quiebra que facilitara el despojo de los fondos buitres. Mientras el pueblo protestaba para sacar a Ricky, la Junta implementaba su plan para despojarnos de todo.

A principios del siglo 19 Haití era el país más rico del hemisferio. Pero para la mayoría de los haitianos que eran esclavos esto era de poco consuelo. De nada les servía que Francia administrara bien su colonia. Pero Puerto Rico sigue un modelo de “desarrollo” más parecido al de Hawaii en el siglo 21. Como a los háwallanos nos van desplazando, nos van despojando de todo. Hasta convertirnos en “nativos” marginados. Un museo viviente de una nacionalidad en peligro de extinción.         

Pero si el sol sale para todos, la luz se va también para todos. No importa que viva en un condominio, una urbanización o un caserío. Ahora la crisis permanente nos perjudica a todos. Pero cada cual la percibe diferente. Para unos es algo reciente y solo aspiran a volver a los viejos tiempos cuando todo era “mejor”. Pero para la mayoría de la clase obrera vivir en crisis no es nada nuevo. Para nosotros siempre será una crisis y volver al pasado solo puede significar volver a ese espíritu de lucha que siempre nos caracterizó. Es volver a tomar las calles y paralizar el país. Pero esta vez sin cometer los errores del pasado. Esta vez entendiendo que la “crisis” no es de la colonia. Es de nuestro país, causada por la colonia. O mejor dicho es de un sector de la clase media que piensa que esto se resuelve votando por “alianzas” o esperando por fondos federales. O lo que es lo mismo, volver al pasado cuando solo los negritos y los pobres pasaban necesidades. Pero para la mayoría del pueblo la colonia no entró en “crisis”. Para nosotros la crisis no es nada nuevo, porque para la mayoría de nuestro pueblo la vida en la colonia es una crisis permanente.


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