Por Edwin Hernández Feijoó

Recientemente ocurrió un terrible incidente en Cataño, donde tres personas murieron, incluyendo un niño de 4 años. Estaban celebrando un cumpleaños cuando llegaron unos sicarios a matar a uno de los invitados. Sin consideraciones, sin código de ética, nada, dispararon contra los presentes, mujeres, niños, adultos, una barbaridad.
Las voces, primero de indignación y luego de denuncia contra los criminales, no se hicieron esperar. Es normal, nadie en Puerto Rico quiere que ocurran estas cosas, mucho menos que muera un niño. Después de la indignación y las denuncias, vino la pregunta clave, ¿qué hacer?
Aquí encontramos en la política oficial de la administración colonial, la “mano dura” contra el crimen. Política traída a Puerto Rico desde los Estados Unidos en los años noventa por Roselló padre, plantea que la solución sea castigos más largos de prisión de los culpables. El asunto de este planteamiento es que es una acción luego del crimen, después de suceder. No evita el crimen, tampoco va a las causas de este. Ha probado ser un fracaso total, no disuade, no evita.
Aunque es un fracaso, los políticos coloniales ante su incapacidad se llenan la boca para decir que están haciendo algo. Hasta el jefe de la fiscalía federal extranjera, W. Stephan Muldrow, salió a hablar y dijo, citamos: “El pueblo de Puerto Rico puede confiar en que nosotros estamos trabajando en eso. No estamos aquí parados por ninguna otra razón que no sea que trabajamos en conjunto las 24 horas, los siete días de la semana, los 365 días al año”.
Suena bien verdad, pero mira lo que no dijo, como tampoco dicen los políticos coloniales, el problema mayor del crimen, de los asesinatos en Puerto Rico están asociados con las drogas. Lo que no dice el fiscal federal, es que Puerto Rico no produce drogas, no fabrica armas, toda la droga y armas llegan de afuera. Lo que no dice es que el control de lo que llega a Puerto Rico está en manos del régimen de Estados Unidos. Aduana, aeropuertos, puertos, correos, frontera, mar y tierra, en manos de ellos, no de Puerto Rico. Lo que no dijo es que el FBI, DEA, Coast Guard, marshalls, corte federal, fiscalía federal son incapaces de detener las drogas y armas, son ineficientes. En un año solo incautan el 10% de las drogas y armas que llegan, dejan pasar o permiten el 90%, unos fracasados completos. Y después este fiscal federal tiene la flema de decir “trabajamos en conjunto las 24 horas, los siete días a la semana, los 365 días al año.”
La realidad es que el problema del crimen, el problema de las drogas, armas y asesinatos y su solución tiene que estar en nuestras manos, los puertorriqueños. Y no puede ser la fracasada política de “mano dura”, sino en el control de nuestras fronteras y aduana por nosotros y no unos extranjeros, y por la discusión seria de la despenalización y legalización, del factor principal del crimen, las drogas. Tema complejo y necesario discutir, pero imposible en un país sin poderes, bajo un régimen colonial.
Si queremos terminar con las masacres, con las muertes de niños, con las causas principales del crimen, entonces debemos hablar de poderes que no tenemos actualmente, de los que necesitamos, solo posible en la independencia. De soluciones reales a problemas complejos, solo posible en las manos nuestras, los puertorriqueños.
Tengamos esa conversación.
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