“Naranjito no se rinde”
UNA DECLARACION DE LUCHA.

Hoy conmemoramos la Insurrección Nacionalista de Octubre de 1950, acciones de afirmación puertorriqueña que representa la mayor contribución de Puerto Rico a la larga e histórica lucha de los pueblos oprimidos del mundo en la era de la dominación imperialista estadounidense.
La Insurrección Nacionalista se dio en el momento que los Estados Unidos se consolidan como la principal fuerza imperial capitalista luego de la II Segunda Guerra Mundial. Subyugando, incluso, a las viejas potencias europeas. El debilitamiento de los europeos y la existencia del campo socialista, encabezado por la Unión Soviética, permitió que las antiguas colonias en África, Asia y Las Américas avanzara el proceso de descolonización e independencia.
Aunque la mayoría de ellas alcanzaron la independencia política, los métodos de opresión y de extracción de riquezas tomaron formas nuevas, siguieron siendo dominados por los países del norte blanco, Europa y los EEUU. Sin embargo, la expansión del capital a todos los rincones del mundo agudizaron las contradicciones inherentes al capitalismo. Surgieron nuevas fuerzas económicas en las antiguas colonias o semicolonias, especialmente en Asia, donde se ha centrado el nuevo polo económico mundial, con actores con capacidad de enfrentar y derrotar el eurocentrismo.
El analizar el colapso del imperialismo euro-centrista, en este momento histórico, no es el objeto de esta presentación. No obstante, es necesario mencionarlo para tener una perspectiva mejor del valor de La Insurrección Nacionalista del 50. Los que en los años ’50 sacaron la cara por nosotros son el ejemplo que guía nuestra lucha aquí en Naranjito. Fueron ellos el clarín que le anunció al mundo que el derecho de nuestro pueblo por dirigir su propio destino, nuestra independencia, libre de intervenciones extranjeras y que nuestra lucha hoy sigue siendo la misma de todos los pueblos colonizados del mundo.
Ese 30 de octubre de 1950, un grupo de jóvenes naranjiteños: Feliciano (Chano) Pérez, Hermes Rivera, Antonio (Toño) Nieves, Ramón y Alejandro Ríos, quienes dirigidos por José (Ñin) Negrón, realizaron ese día un ataque al cuartel de la policía de nuestro pueblo. Fue uno de varios ataques armados realizados por fuerzas armadas del Partido Nacionalista en varios pueblos de la Isla y en Washington. Hubo enfrentamientos en Jayuya, Utuado, Peñuelas, Arecibo y Mayagüez. Se atacó a los centros de poder, en San Juan a la Fortaleza y en Washington a La Casa Blair, donde residía temporalmente el presidente Truman, por arreglos a la Casa Blanca.
En Jayuya se declaró la independencia, aviones de la Guardia Nacional bombardearon a Utuado, uno de los focos de mayor resistencia. En Naranjito, los combatientes nacionalistas estuvieron más de una semana haciendo emboscadas a la policía y a la guardia nacional. En una de esas, en Cedro Abajo en el sector conocido por el Hoyo de Mundin, el grupo se vio forzado a separarse y fueron arrestados la mitad de ellos. Ñin y los que quedaban hicieron “guerrilla desde el monte Choca en la colindancia de Cedro Abajo y Palos Blancos de Corozal. El periódico el Imparcial cubrió estas acciones colocando como título de la noticia, “Naranjito no se rinde”. Para atrapar a Ñin y a los que quedaban con él, fueron apresados el padre y la esposa de Ñin, Don Che Negrón y Dona Mocha Padilla. Habiéndose quedado sin municiones, el grupo fue arrestado, siendo los últimos nacionalistas capturados.
Los nacionalistas estaban conscientes que la correlación de fuerzas militares no estaba a su favor, se enfrentaban a un EEUU en todo su apogeo. No obstante, se enfrentaron al imperio con la voluntad que demandaba la situación. Como dijera Ñin Negrón en una entrevista, “éramos presos o muertos, o peleábamos o esperábamos en nuestras casas a que nos arrestaran”. No tenían alternativa. Contra ellos ya se había desató toda la fuerza del poder imperial para aniquilarlos. La masacre de Río Piedras, la Masacre de Ponce, el encarcelamiento de su dirección. Había que callar a Don Pedro y sembrar el terror entre la población general para que la “llamada democracia” funcionara y los colonialistas del patio hicieran el trabajo sucio.
Sus acciones sacudieron la estructura colonial obligando a Washington implementar reformas políticas para lavarle la cara a la colonia con la farsa del ELA; y económicas que sacaron al país de la miseria en vivía nuestro pueblo hasta ese entonces. Pero como era de esperarse, el progreso real no es alcanzable dentro de las limitaciones que impone el marco colonial. Para la década del “70 el nuevo modelo económico colonial se estancó dando pasos a subvenciones federales para mantenerlo operando. Hoy tenemos un país en bancarrota demandando cambios estructurales en nuestra relación colonial.
Que no le quede duda a nadie, la Humanidad extirpará el cáncer del colonialismo en todas sus formas y manifestaciones. Nuestro país será parte de esa transformación.
Transformación que no vendrá por arte de magia, hay que trabajarla. Los primeros en accionar somos nosotros mismos, empezando con nuevas estrategias y la convergencia de actores políticos que permitan envolver al pueblo a la lucha que es la suya. El ejemplo del nacionalismo puertorriqueño renacerá. Nuevos actores, similares a los del “50, surgirán dentro de la entrañas del pueblo. Sin pueblo no habrá triunfo.
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