A proclamar la Independencia de Puerto Rico

Por Reynaldo Morales

En este instante que escribo se puede pensar que ya vivimos en un mundo pluripolar. ¿Qué tiene que ver el grillo con la manteca? Se preguntará usted al ver el título. Hay circunstancias en el orden internacional que nos llaman a aprovechar el momento para llevar a cabo aquello que puede poner sobre la mesa de discusión nuestros intereses y aspiraciones como pueblo. No hacerlo nos puede condenar a esa invisibilidad de la que nos habla Eduardo Lalo.  Ciertamente hoy hay tragedias y crisis de las que no se habla mucho, o muy poco, en el plano internacional. Lamentablemente, somos una de esas tragedias.

El punto 4 del artículo 2.° de la Carta de las Naciones Unidas no deja lugar a dudas de que todas las ocupaciones territoriales y las alteraciones del estatus jurídico de un estado, llevadas a cabo por medio de la fuerza y en oposición a los principios de la Carta, serán contrarios al Derecho internacional. Esa acción está proscrita y se conoce como anexionismo. La definición en derecho internacional de anexión es: “Doctrina política que defiende la anexión o unión de territorios realizada por los grandes Estados. En Derecho internacional, es la agrupación voluntaria de varios estados en uno o, más frecuentemente, incorporación de un Estado o parte de un Estado por otro. Esta incorporación puede suponer la desaparición total del Estado absorbido o una simple reducción de su territorio.”  Véase www.definiciones-de.com. Los puertorriqueños estamos frente a una agresión y violación de nuestro derecho a ser una nación libre e independiente por los Estados Unidos que ocupa militar e ilegalmente a nuestro pueblo con pretensiones de anexarlo.

¿Por qué no se discute esta agresión a Puerto Rico como si fuera Ucrania, Palestina o Taiwán? La primera razón debe ser que somos muy pocos los que reclamamos la descolonización de conformidad con el derecho internacional. La otra razón debe ser que no sabemos qué hacer para hacer efectivo el reclamo. Debe haber otras razones de igual o mayor importancia según el cristal. Yo me inclino por estas dos razones y porque la respuesta, a esas y a otras razones, está en manos de nosotros. Creo que esta respuesta es, además de posible, muy práctica para la solución del problema. Los legisladores independentistas deben presentar una resolución en las cámaras legislativas de Puerto Rico a los fines de proclamar nuestro deseo de ser una nación libre e independiente. Todos aquellos que crean en un proceso de descolonización y de autodeterminación deben respaldar esta propuesta.

Creo que todas las facciones políticas en Puerto Rico deben respaldar esta iniciativa si creen en la descolonización. La independencia no niega a otros la posibilidad de plantear sus posiciones. Claro, una vez se vislumbra el poder que esta nos da es difícil volver al chiquero colonial o disminuir su potencial. Ni en el empobrecido continente africano han querido volver a ser colonias o relacionarse con sus metrópolis en forma alguna y estamos hablando de más de 50 países. Cualquier progreso alcanzado por ellos lo atribuyen a su independencia y muchos creen que en la Unión Africana pueden alcanzar un progreso aún mayor porque esas fronteras son producto del coloniaje. Así debemos ver el futuro de Puerto Rico, enmarcado en la Gran Patria Latinoamericana porque la independencia es un horizonte con visión de futuro. Nos permite plantearnos metas y salir del “dios sabrá” cuando pensamos en el mañana colonial. Se acabará el despotismo del Congreso y también su engendro la Junta de Control Fiscal. 

Los miembros de la asamblea legislativa de seguro van a adquirir, con la aprobación de esa proclama de independencia, un poder de Estado que nunca han tenido los puertorriqueños. Es decir, ellos se estarían comunicando de tú a tú con el congreso norteamericano. De inmediato dejan de mirar hacia arriba y empiezan a mirar de frente. No hay otra forma de leer los hechos. La trascendencia del evento repercutirá en todo el orbe. Estados Unidos deberá, no solo responder a Puerto Rico, sino a toda la comunidad internacional sobre este asunto donde ellos pretenden dar cátedra.

Nuestra asamblea legislativa es un cuerpo electo que representa a todos los sectores políticos significativos de mayoría y minoría en Puerto Rico y por tanto son una expresión mayoritaria del pueblo. Solo piensen en las grandes marchas, la de Vieques y contra el gobernador Rosello Nevárez, y así verán que esta es tan importante, o más, en nuestra historia. Corresponde a esos legisladores votar a viva voz a favor. Les digo aún más, no importa si el gobernador de turno no la aprueba o lo que digan otros procónsules imperiales. Ese voto, de facto los convierte en portavoces del pueblo de Puerto Rico. Más aún, ese acto sería el primero de otros que terminarían esta larga lista de humillaciones.

Nadar en aguas del constitucionalismo norteamericano para solucionar este problema tiene su historia. Se resumen bien en la ponencia de la Licenciada Wilma Reverón Collazo ante el Seminario Regional del Pacifico del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas del 1ro de junio del 2013. Hay que agradecer las múltiples veces que ha comparecido esta compañera ante ese foro internacional a denunciar el coloniaje en Puerto Rico con argumentos sólidos de hecho y de derecho.

A la lluvia de objeciones pesimistas les recuerdo que siempre estamos refugiados detrás de las pancartas de lucha. Eso no se va a perder. Pero prefiero que se haga el intento de la proclama, aunque hoy resulte Quijotesco. La historia política de Puerto Rico esconde nuestra insatisfacción con el coloniaje. No fueron solo los independentistas quienes buscaron acabar con el despotismo del congreso y su perenne indiferencia ante nuestros reclamos de libre autodeterminación. Llegaron a la insolencia de amenazarnos con la guerra cuando se les solicitó aquel plebiscito de independencia y estadidad que el comisionado Córdova Dávila le propuso al congreso en 1919, porque contenía la independencia la cual él favorecía.

Ese comisionado llegó a proponer que se nos dejara tomar asiento en la Liga de Las Naciones que fue la precursora de la hoy llamada Naciones Unidas. El desprecio del gobierno norteamericano, desde aquel Elihu Root en 1899, ha sido no solo contra el independentismo sino también contra los más afectos llámense estadistas o autonomistas. Ha sido un viacrucis la ilusión de arrancarle pedacitos de gobierno propio o de participación democrática. Hay que ver porque resulta ser una insolencia la atesorada ciudadanía americana en la obra del fenecido Lcdo. Juan Santiago Nieves, que nos recordó que era la misma que se les otorgaba a los negros esclavizados. Todavía hay quien repudia nuestra ciudadanía puertorriqueña por ignorar su historia.  

Este presente de estancamiento económico que vive nuestra isla venía gestándose desde el comienzo del colonialismo y solo experimentó leves repuntes gracias un par de periodos de bonanza en la manufactura. Hoy, en medio del gran apogeo del capitalismo financiero mundial las grandes mayorías en todo el orbe están en las calles protestando por eso mismo, porque ellos, él 1%, se han llenado los bolsillos y el resto se han empobrecido. Los proponentes del neoliberalismo están en desgracia y a la defensiva.

Hoy más de la mitad de los puertorriqueños han emigrado de la colonia hacia la metrópolis. En vano pretenden echarles la culpa, del desastre económico, a los políticos corruptos electos en la colonia los analistos que defienden el neoliberalismo aun cuando en parte se lo han buscado cuando alardean de que van a impulsar la economía repartiendo un presupuesto deficitario y enclenque. El rentismo ha puesto nuestro costo de vida tan elevado que hace imposible el desarrollo de la economía y en especial el de la manufactura, que es el que más que crea empleos y conduce a la mayor autarquía. Es asfixiante la carga de rentas del trabajador promedio y los pequeños y medianos negocios son de corta duración en medio de esta alzada de precios de la energía.

Sin poderes reales para orientar nuestro destino en lo económico es inútil hablar de desarrollo sostenido. Dejar por la libre a los banqueros y los gestores de préstamos en los inmuebles y los autos es tirar a la bancarrota a toda la clase trabajadora. Perder las herramientas de educación y el monopolio de los servicios básicos de agua, luz, salud y comunicación es desastroso para poder desarrollar la manufactura y las pequeñas y medianas empresas.

No tener libertad para comprar en el mercado internacional ni poder controlar nuestros puertos aéreos y marítimos es estar en la indefensión. No poder participar de alianzas estratégicas con otros países y carecer de presencia diplomática en foros internacionales es deshonroso cuando tenemos tantos hombres y mujeres de talento. ¿Por qué ha de ser ridículo o tonto pedir la independencia? Eso haría cualquier persona medianamente inteligente. Que los legisladores independentistas presenten esa proclama no es una pérdida de tiempo. ¿Acaso los independentistas no han defendido su participación en foros del congreso norteamericano so color de usarlo como caja de resonancia y promover el debate? Ahora que tenemos acceso a nuestra propia cajita de música la debemos usar y defender como vehículo idóneo para nuestra descolonización. ¡Patria digna, libre y socialista ya!


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