A 100 días de la invasión «inminente» de los rusos

Por Reynaldo Morales

Si uno todavía escucha a Biden piensa que esa invasión es antes de San Valentín y si escucha a Boris Johnson piensa que ya empezó. Lo que se oculta en esta suerte de espectáculo previo a la usanza de la promoción de una cartelera de lucha libre son intereses económicos y geopolíticos. Los dueños de la OTAN (los norteamericanos y los británicos) se quedaron sin el juguete de Afganistán para malgastar dinero en armas y rápido se movieron a Ucrania. Después de todo tenían ese motivo al rescoldo desde el 2014.

Todos los medios importantes hablan de las cien mil tropas rusas movilizadas (sin mencionar que están en su propio territorio), pero no hablan de la activación de cien mil tropas ucranianas desplegadas y armadas a lo largo del frente de las provincias auto declaradas republicas en la región del Donbás de Ucrania (Lugansk y Donestek). Esa es la verdadera invasión que augura un desenlace fatal para la maltrecha economía de Ucrania y que le sirve de motivo a la OTAN para intervenir. Tal escenario no debe ocurrir, pero Biden está dispuesto a luchar contra Rusia hasta el último soldado de Ucrania. Para eso envalentona a minorías derechistas ucranianas que idolatran a Stephan Bandera, un aliado de los Nazis en la invasión a la vieja Unión Soviética. Muchas razones hay para que estos dos pueblos, Rusia y Ucrania, no lleguen a una confrontación. Van desde lo económico hasta lo socio cultural. Pero no se ha escatimado en promover el odio hacia los rusos. Rusia por su parte necesita que Ucrania se consolide en un gobierno estable y neutral que pueda servir de compañero de negocios en la Europa del Este.

¿Porque la OTAN se interesa por Ucrania? Tiene que ver con el fin de la segunda guerra mundial. Ese regalo de esas firmas en el tratado de Washington en 1949, le sirve de garantía para la ocupación de Alemania y retener la presencia militar en Europa y por ende como neocolonias. También le sirve de garantía para mantener a Rusia lejos de poder relacionarse económicamente con la Europa de occidente. Es precisamente por mantener a Europa dentro de la “esfera de influencia” de Estados Unidos que uno de los grandes escollos actuales es el Nordstream 2. Esta semana Biden se reunió con Olaf Scholz y en la rueda de prensa le dijo que si Rusia invade a Ucrania iban a cerrar el Nordstream 2, con la sonrisa cínica de siempre y el humillante silencio de la contraparte alemana. Alemania esta crucificada de bases y armamento nuclear norteamericano al igual que Japón. Pero no es menos cierto que Rusia provee hasta el 45 por ciento del gas natural licuado a Europa. Esta línea viene a través de Ucrania y si llegara directo a Alemania, sin pagar otros peajes, entonces los alemanes ejercerían mayor control en Europa y fortalecerían su relación con los rusos.

No hay más que ver algunos videos de ciudades rusas para comprender y percatarse del alto volumen de negocios que representa para Europa los consumidores rusos. Aunque Putin no es una perita en almíbar, no se puede negar que su movimiento político está lejos de ser amenazados por otro partido. Los comunistas son su principal adversario y apenas llegaron al 20 por ciento en las elecciones parlamentarias recientes. No obstante, sus políticas se distanciaron de su predecesor Yeltsin y han disparado el desarrollo de Rusia hasta convertirla en una potencia energética y no menos agrícola que la han llevado a ser la principal exportadora de trigo. Alemania es su principal socio de negocios en Europa tanto para importaciones y como para exportaciones.

Pero la principal razón de la alaraca es el negocio de las armas para la repartir a través de la OTAN. Esa es la principal manufactura norteamericana y la que más se exporta para todos los usos que van desde el hogar, el narcotráfico, las fuerzas castrenses de cualquier tipo y hasta milicias irregulares. Este conflicto le va a costar mucho a los contribuyentes estadounidenses, pero también a los ucranianos. Las amenazas de imponer medidas unilaterales (mal llamadas sanciones) punitivas a los rusos, son ilegales bajo el derecho internacional auspiciado por las Naciones Unidas. Pero Estados Unidos y la comunidad europea aliada las imponen sin que les importe el derecho internacional. Después de todo, los norteamericanos no son signatarios de casi ningún convenio internacional y aunque lo fueran les da igual abandonarlo como abandonan cualquier tratado o acuerdo verbal o escrito. Esa es la historia de esa nación, sino que hablen los mal llamados “indios” norteamericanos de todos esos pactos y tratados rotos.

Olvídense del tratado de Minsk porque la verdad es que los dueños de la OTAN no dejan que el cómico Zelensky lo implemente, aunque digan lo contrario en público. ¿Sino porque arman hasta los dientes a Ucrania? Ahora, Zelensky sería un personaje muy trágico si deja que este conflicto deprima aún más la maltrecha economía de Ucrania. Todo va camino a un segundo Afganistán y esta vez en Europa del este. Si logran vender la idea de que Rusia volvió a agredir a Ucrania entonces se cierra el Nordstream 2. 

Ahora bien, hay indicios de que no todos van por donde quieren los jefes de la OTAN. Se oyen rumores, sobre la no participación de Serbia, Hungría ya no le hace tanta gracia y tampoco a Polonia. Italia calla, Francia está inquieta y Alemania no coopera del todo porque es quien más pierde. Lo que se juega es mantener la OTAN viva buscando el enemigo indispensable y detener el avance la relación comercial con Rusia y China en Europa. Parafraseando a Shakespeare, “algo huele a podrido” pero esta vez en Ucrania.


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