¿Cuál diplomacia?

Por Reynaldo Morales

Repasando el más reciente discurso del presidente Biden ante las Naciones Unidas me llama la atención la reacción de los grandes medios de prensa. Casi al unísono proclamaban el discurso que abre la nueva era de la diplomacia. Claro, esto dicho de algún modo para contrastarlo contra el discurso de la agresión de su antecesor. El contenido de este discurso merece nuestra consideración por dos razones principales. La primera por lo que dice y la segunda por lo que no dice. Siempre uno se corre el riesgo de ser muy simplista pero no se debe pasar por alto que es lo que el líder de la primera potencia militar le dice al mundo.

El comienza su discurso señalando la pandemia del COVID como un problema global y recurre a la jerga bélica para convocar a todos para “derrotar” el flagelo. De ahí pasa al fenómeno climático como la otra gran amenaza de la humanidad, el hambre, la migración ligada al poco desarrollo de los países más pobres plagados de corrupción (para ejemplos véase la exposición de corrupción por pasados presidentes de México por el gobierno de AMLO). Además, curiosamente nos alerta de una nueva amenaza; la “aparición de nuevas tecnologías y disuadir nuevas amenazas”. Cuando vi esta asociación de ideas pensé en que se trataba de un accidente. Más adelante insiste en los “peligros de la cibernética” o las “tecnologías emergentes”. Sin duda la carrera por el dominio de la inteligencia artificial con China los desespera y ahí está enmarcado el caso de Meng Wangzhou, la prominente ejecutiva de Huawei, la firma líder en telefonía 5G.

Aquí, nos lleva a la insistencia de que por un lado él afirma las normas de la carta fundacional de las Naciones Unidas y a la vez insinúa la necesidad de reforzar estos principios del derecho internacional. Por eso añade expresiones como “dar forma al comportamiento en asuntos vitales”. Es verdaderamente un ejemplo de doble discurso la defensa que hace de las normas del derecho internacional y la vez promover nuevas normas. Ha sido la conducta de los norteamericanos promover órganos pequeños especializados para algunas funciones dentro de las ONU que ellos puedan controlar económicamente en lugar de la Asamblea General. También la de transferir esas responsabilidades a organismos como la OTAN. De ahí su indiferencia hacia los pronunciamientos en casos como Palestina y Cuba por parte de la Asamblea General y el mismo comité de Descolonización. Su principal excusa es que esas resoluciones han sido aprobadas con el voto de países no democráticos.

Se alegra de poner fin al conflicto en Afganistán y proclama el fin de la guerra y llevar a Estados Unidos a “la nueva era de la diplomacia implacable.” De nuevo aquí y allá utiliza la jerga beligerante, “ampliar fuerzas”, “defender la democracia”, y “el sagrado compromiso con el Artículo 5 de la OTAN”. Es una constante del discurso norteamericano la frase “defender los intereses vitales de la seguridad nacional” de amenazas domésticas o foráneas y por eso países como recientemente Etiopía o Venezuela son clasificados como amenazas inusuales e inminentes. Eso implica que pueden liberarse acciones unilaterales en su contra y sin permiso del Congreso si es preciso.

Hay demasiadas alusiones en su discurso a socios y aliados como para que nadie se tome en serio que es su intención la de “trabajar juntos” con todos y que eso no signifique, a la vez, que todos son únicamente sus socios y aliados. De ahí esa expresión emblemática de que “Estados Unidos pretende trabajar con sus socios y aliados” para contestar las preguntas retóricas sobre las Carta de fundación de las Naciones Unidas y la Declaración de los Derechos Humanos afirmando que su gobierno va a dirigir a los demás hacia ese objetivo. No conocen la humildad ni saben lo que es colaboración, pero quieren dar clases en la materia. ¿A ver si con Puerto Rico han puesto en práctica esa defensa de los principios fundamentales de ese sistema internacional cuando han desoído 38 resoluciones aprobadas por el Comité de Descolonización para que cumplan con otorgar el derecho a la autodeterminación e independencia bajo la resolución 1514(XV)?

Como tienen la mala costumbre no cumplir ni de firmar tratados que les sometan a cumplir ante otros, tienen el descaro de afirmar que van a volver a cumplir con alguno que los avergüenza o exigir que la otra parte vuelve al tratado del cual fueron ellos los que se salieron, pero bajo sus términos. Así pues, nos dice que volverán al acuerdo climático porque llevan la propuesta de solucionarlos con financiamiento lo cual si se acata significa negocio para sus banqueros. Si no es con financiamiento mejor se pudre la humanidad. También quieren cambiar las reglas para el desarrollo y eso implica nuevas reglas para beneficiar a los bancos a costa de los países en vías de desarrollo. Cada concesión se hace SI HAY BUEN NEGOCIO.  Afirma que volverán al tratado con Irán si se acatan sus términos al igual que el de las armas nucleares con Rusia.

Es un contrasentido hablar de socios y aliados sin que ello no implique que existen otros que por definición no son sus socios ni mucho menos sus aliados. Se salen de acuerdos con otros países como desde el principio lo hicieron con los pueblos “indígenas”.  Sí, la guerra será un arma de último recurso. Pero lamentablemente se trata de un imperio que tiene pocos recursos antes de recurrir a la guerra. Veamos, tienen los recursos “diplomáticos” de la amenaza, el secuestro, la extorsión, el chantaje, las medidas unilaterales (cínicamente le llaman sanciones como si ellos fueran jueces) y por último las bombas. Todo esto en un marco de ayuda humanitaria, defensa de derechos fundamentales de minorías étnicas o derechos de la mujer como en Afganistán o es que albergan terroristas o son narco gobiernos, etc.  Claro, los pobrecitos gringos no pueden renunciar a su condición de superhéroes y hasta ahí llega el esfuerzo diplomático porque Hulk tiene un bajo nivel de tolerancia. De hecho, debemos fijarnos en Macron la próxima vez que lo veamos por algún medio porque ya debe tener una oreja más larga que la otra.  

En fin, que su discurso de acabar con la guerra fría no impide que no exista guerra de otras temperaturas irónicamente. Porque hay conflictos vivos en el mundo que merecen de su atención y otros se quedan al rescoldo como Palestina. Biden cree que la solución de dos estados en la Palestina es la mejor, pero eso está lejos de lograrse en su opinión. En cambio, piensa que no es así en Etiopía y Yemen. Tampoco renuncian a la imposición a otros de su democracia, aunque reconocen que puede ser difícil lograrla como en Afganistán.

Esto encaja en lo que China ha catalogado como el discurso de la diplomacia del micrófono por las constantes insinuaciones y ataques por vía de la propaganda que hace usualmente los Estados Unidos y que los medios amplifican. Se declaran vigilantes del mar y las rutas de comercio, pero ocultan que ellos no firmaron los acuerdos de la Convención Del Mar.

Cierra su discurso con la amenaza velada a los que no están en la lista de socios y aliados. De nuevo, les gusta acusar a otros de crímenes de lesa humanidad o crímenes de guerra cuando ellos ocultan que no firmaron el Estatuto de Roma que crea la Corte Penal Internacional y por lo tanto ellos que han matado a tantos no se someten. Inclusive, han confesado el crimen de asesinar a 10 personas en Kabul, 7 de ellos niños, pero eso fue mala suerte y con un fajo de billetes le quieren cerrar la boca a sus deudos. Así, los líderes del Pentágono continúan disfrutando de su patente de corso sin enfrentar justicia alguna. Se trata de una larga tradición de presidentes con la misma pinta, sociópatas.

Nada nuevo bajo el sol en la política exterior norteamericana.


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