Por Reynaldo Morales

“En el infierno Sísifo fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de

que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio”(La Odisea, xi. 593) Esta entrada fue publicada en Filosofia y ciudadanía (1º Bachillerato), Unidad 1: El saber filosófico.

Los puertorriqueños podemos vernos en una situación similar a Sísifo cuando pensamos en nuestra vida política. Nos hemos pasado cargando cuatro años a un político de turno y su partido como una pesada piedra para dejarla bajar hasta el fondo y de nuevo volvemos “jalda arriba” con la misma piedra cuatro años más. Y hay hasta quien pide cuatro años más y se repite el castigo.

Esos dos partidos, que tienen setenta años alternándose la silla de la Fortaleza, son una misma piedra y no dos piedras distintas. Pesan lo mismo y son del mismo tamaño. Vista de ángulos distintos puede parecer que es de alguna manera distinta y tal vez creer, o pensar, que es una diferente. Pero los resultados son los mismos y siempre hay que empujarla por la misma cuesta de que van a llegar a la unión permanente con Estados Unidos.

En las últimas dos elecciones ha ocurrido algo diferente. Ya muchos puertorriqueños han dejado de empujar estas dos piedras. Se han levantado las miradas y han visto que ambos partidos van en la misma dirección y con las mismas viejas ideas de cómo llevar la piedra. Ambos quieren su unión permanente con quien nos regaló la piedra. Esa piedra que nos obliga a subir una empinada cuesta y que siempre nos deja en un mismo limbo político.

No es de extrañar que haya más puertorriqueños que vean en opciones que quieren romper con ese ciclo eterno una opción distinta dejando la piedra atrás para navegar por los mares y recorrer llanuras con otras aventuras. Aventurarnos a dejar de ser Sísifo empujando la piedra colonial para buscar la desunión permanente. Esas alternativas están ahora levantando vuelo pugnan por ganar el liderazgo político. Tienen que dejar ver claramente en su oferta política que quieren deshacerse de la piedra colonial. Coquetear con la idea de que se tiene un plan de como subirla representa un riesgo de dejarnos en el infierno por mucho más tiempo.

Los Estados Unidos tienen en su diario quehacer político problemas muy importantes en política exterior y a lo interior también. Puede no parecer, y ellos hasta insistir que Puerto Rico es un problema doméstico, pero Puerto Rico sí es un problema de política exterior. Siempre lo fue y lo será. Mal puede nadie querer solucionar el problema político puertorriqueño dentro del constitucionalismo norteamericano. Eso sería hacerle un gran favor a ese gobierno para que luego sea pagado por todos nosotros de la misma manera, aunque unos pocos resulten beneficiados, y con la acostumbrada palmadita del amigo en Washington. Aquí es donde único se presentan para ser quien nos represente en negociaciones políticas en Washington porque dicen tener muchos amigos allí. Yo no me imagino cual sería la cara de los chinos, los iraníes o los rusos si alguno dijera que lo dejen negociar a él porque tiene muchos amigos en Washington.  

Es la hora de la descolonización y la independencia. Es un problema que se debe resolver a la luz de los principios del derecho internacional, o sea el derecho que se dieron así mismo los nuevos estados modernos como lo sugirió el Zar Nicolas II en 1899. Nos proponemos dejar atrás el castigo de Sísifo y llegar al mundo de la libertad plena. Vernos en la reunión de todos los países libres que deciden su futuro todos los días y trabajan afanosamente su presente en acuerdos con otros países que garantizan esa posibilidad. Decidir el futuro se hace desde la independencia. Patria libre y socialista. ¡Viviremos y venceremos!