Por Reynaldo Morales
Es muy ambicioso el título de esta nota. De todos modos, tratare de dar una idea de cómo se ha actuado frente a este fenómeno pandémico del COVID 19, o, Coronavirus, mirando las actuaciones de diferentes actores o países. Es importante tener una idea de cómo comparan esas respuestas y poder enjuiciar las actuaciones locales y de la
metrópolis (Estados Unidos). Dejaré de lado las teorías sobre la guerra bilógica por inoportunas y por no ofrecer soluciones en favor de hallar culpables. De eso se encargará la historia.
Desde el comienzo de este fenómeno se marcó la diferencia entre cómo se aprovecha la experiencia ante el problema. Cuando se empezó a sospechar en China que se había desarrollado un nuevo virus altamente contagioso, rápidamente se trató de ubicar el origen, el epicentro y cuanto peligro representaba. No pudo evitar el desarrollo exponencial por ser el primero en enfrentarlo, pero adopto las medidas para salir de ese trance en tiempo récord, 56 días.
Se necesito de una investigación científica sin precedentes. En un artículo publicado en Sputnik el 22 de marzo de 2020, el Historiador ruso Serguei Buranok, destaca que China había acumulado, por experiencia de anteriores epidemias, suficientes recursos médicos y había diseñado respuestas de modelos matemáticos que permitieron medir y predecir con precisión cuando estarían en control del brote a pesar de no tener la vacuna. Habían invertido en realizar y producir pruebas médicas de laboratorio. Su desarrollo y precisión llevo al pueblo chino a confiar en sus autoridades porque cumplían todas sus metas y predicciones. No tuvo miedo, su gobierno, de interactuar con organismos internacionales y otras naciones. El gobierno y la organización de base del partido en los distritos tuvieron la autoridad para gestionar la crisis y tomar las decisiones claves en cuanto a la cuarentena. Las nuevas tecnologías, como la 5G, permitieron que la aplicación móvil Código De Salud fuese determinante para la recopilación de datos y obtener la ubicación de los casos, la clasificación de cada uno de los usuarios y cuáles eran sus restricciones.
Que vemos después de China. Vemos países que han actuado con responsabilidad y a tiempo aprovechando la experiencia y otros que han esperado mucho y no han aprovechado la experiencia del primero. El control del número de contagios requiere la implementación de políticas correctas, como las de China, para evitar que ocurra la escalada de casos que sobresature las capacidades hospitalarias del país. Cabe destacar que países desarrollados con muchos adelantos no han podido hacer frente mientras que países con menos recursos han tenido un control impecable y hasta pueden dar ayuda a países más ricos; tal es el caso de Cuba, Rusia y Venezuela. Es meritorio señalar que los países con sistemas de salud pública y gobiernos socialistas han logrado un mayor grado de efectividad en el control y tratamiento de la enfermedad. La explicación es sencilla, son gobiernos que hacen que el mercado le sirva a la sociedad y no la sociedad al mercado, gracias esos principios éticos de los gobiernos socialistas.
Tome nota, el caso que más problemas presenta es el de Estados Unidos, país imperialista y capitalista. Primero, según lo publican varios medios, el costo promedio del tratamiento es de $37,00.00, por ser un sistema, como el nuestro, de salud privada. Súmele a eso la cantidad de personas sin seguro médico, las que su seguro médico no le permite pagar los altos deducibles y los copagos. Además, añada el alto número de migrantes sin derecho a atención médica. Esa es una receta para ser el país que más casos de contagio tenga y menos oportunidad de controlarlo. La contradicción que deja asombrados a muchos es que en ese país la salud representa cerca del 20 por ciento de del producto nacional bruto (PNB) y hablamos de más de 4 trillones de dólares. Aun así, no produce suficientes mascarillas y respiradores para proteger a los afectados. No posee un sistema de control eficaz para detectar posibles infectados, hacer pruebas oportunas y adoptar políticas eficaces en todos los lugares que lo requieran ni mucho menos informar adecuadamente a la población. De ahí la desconfianza en el gobierno y los funcionarios. Nunca, como hasta hoy en día, para ver las diferencias entre manejar la salud como un derecho y no como mercancía. Hoy ese gobierno trata de comprar la tranquilidad de sus ciudadanos con estímulos económicos y rescatan económicamente a esos pocos, que, en la crisis, les privan de su salud.
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