Lares: Transcendencia y vigencia de una soberanía ursurpada

«La historia de Puerto Rico es como un bosque en el que penetramos casi a ciegas». Juan Antonio Corretjer

Por Juan Manuel Delgado

El Grito de Lares es uno de los temas históricos que más interés y expresiones ha producido en el marco de nuestra historiografía, periodismo, música, pintura y en todos los géneros literarios, especialmente en la poesía. Pero esas expresiones, en sí mismas, son tan heroicas y épicas como aquel Grito Libertario de 1868. Esa es la primera verdad que hay que decir, en estos momentos tan críticos de nuestra historia.

Lo es, porque a diferencia de las otras celebraciones que realizan distintos países para conmemorar su independencia, Puerto Rico es el único que lo tiene que hacer, casi a escondidas, por no decir clandestinamente, y, esa conmemoración la hace, increíblemente, una minúscula parte de nuestra población. Los medios de instrucción colonial como la Escuela, la Iglesia, la Radio, la Televisión, la Prensa, los Partidos y sus Políticos, no ayudan a romper esos muros y barreras intelectuales que nos mantienen ignorando nuestra propia historia. Hasta los anuncios de los medios resultan contraproducentes׃ «Los independentistas celebran el Grito de Lares…» Y luego, cuando cubren la actividad, lo reducen a tomar, en forma sesgada, declaraciones de línea partidista sin referirse a los hechos y contextos históricos. La instrucción se reafirma. La educación se censura siguiendo el patrón de la escuela colonial. En definitiva, la actitud de desdén colonial es tan grande que muchos le tienen miedo al miedo. La condición colonial es tan devastadora que la mayoría de los dirigentes neo soberanistas no asisten a las efemérides ni exhortan a celebrarla.

La revolución de 1868 fue tan censurada que tuvimos que esperar 62 años para llegar hasta ella. Y llegamos hasta ella, gracias a que un Maestro de estatura continental se quedó con nosotros para vivir y morir con nosotros, no sin antes ofrecernos la gran lección de que Lares era el Altar de la Patria. Y, a pesar de su calvario, y de tantas luchas y esfuerzos, continuamos subiendo la Cuesta del Anón para entender que pasó en Lares.
Lo bueno de Lares es que muchos de los que intentaron subestimar y hasta denigrar la gesta reevaluaron a tiempo su percepción sobre los gritos y disparos que retumbaron en las montañas de Lares y de San Sebastián. Uno de ellos fue Luis Muñoz Rivera, el dirigente que invitó a nuestro Luis Llorens Torres a ir a Lares para recoger alguna memoria de los sobrevivientes y así pudiese escribir una obra de teatro, la primera, sobre aquel GRITO cuyo eco es como el sonido eterno del caracol. Ha sido muy lamentable que los historiadores, de la vieja y la nueva historiografía, le dieran la espalda a la historia oral.

Hay mucho por decir sobre aquella «Historia que Gritó en Lares», título de uno de los libros de Juan Antonio Corretjer. Falta muchísimo por decir, porque, más allá de los hechos y gestiones patrióticas de cada uno de los protagonistas, está presente el legado, las repercusiones, las aportaciones de ese atrevimiento realizado por mujeres y hombres libres. De mi parte, buscando aquí y allá, descubrí, la presencia física de indígenas en la rebelión, el indigenismo político subterráneo en la gesta, el uso de intérpretes del gobierno para lidiar con la lengua jibara, la fábrica rústica que tenían los revolucionarios para construir municiones, las repercusiones de Lares en el desarrollo inmediato del telégrafo y en la creación de los municipios de Las Marías y Maricao, el expediente tipo carpeteo a Betances y a Vizcarrondo, la presentación de la lista de los héroes que murieron en las prisiones, incluidos en mi libro Mártires de la Nación Puertorriqueña publicado en el 2001, entre otros hallazgos; en fin, expedientes de la historia subterránea. Pero queda mucho por investigar como ha dicho el compañero historiador Francisco Moscoso; queda mucho por descubrir de aquella revolución que tanto impacto tuvo al interior de Puerto Rico.

En este 150 Aniversario deseo solicitar con mucho respeto, que dejemos de mirar a esa gesta como si fuese una pieza de museo del pasado. La declaración de Independencia que se firmó en Lares está vigente. Es un documento legítimo que tiene valor político y valor jurídico en el presente. Tenemos que rebasar las cadenas del colonialismo y verlo como una gestión y documentación nacida de las entrañas de nuestro pueblo. Allí no ocurrió un mitin político como hacemos anualmente para exhortar a seguir luchando por la independencia o pedir votos a favor de ese ideal. Allí no se convocaron los diputados del Parlamento español para decidir nuestro «status» ni mucho menos los congresistas del imperio que nos invadió en el 98 para imponernos cuan largas iban a ser nuestras cadenas y bajo qué condiciones las tendríamos que a soportar. La gesta de Lares refuta y rechaza la culminación del «ela» por tratarse de otra agenda imperial donde Sísifo es obligado a subir la piedra a la cima de la montaña con el riesgo de tener que observar como rueda barranca abajo.

En la Plaza de Lares, aquel 23 de septiembre glorioso, se realizó una Asamblea de Pueblo con representantes de distintos municipios y barrios del país; delegados que se auto convocaron y libremente optaron por romper las cadenas coloniales. Y allí, a viva voz, aprobaron la constitución de un país libre y soberano. Y si es verdad, de que la independencia es el único derecho de los pueblos, sería absurdo renunciar a ese derecho. La declaración de soberanía plena en Lares está vigente. Nuestro reclamo tiene que ser contundente. Estados Unidos no tiene facultades en el plano del derecho internacional, para continuar usurpando nuestra soberanía proclamada en Lares y ratificada en Jayuya.

24 de septiembre de 2018
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