Ante la coyuntura de la agenda imperial-neoliberal es fundamental presentar una visión de lo que aspiramos a crear, alcanzar y lograr junto a nuestro pueblo; ver el horizonte de creación y justicia que anhelamos para nuestra gente.
Muchas y muchos hablan de “desarrollo sustentable”. Ahora cuando comparamos sus palabras con sus acciones, se ve claramente que usan este concepto como excusa para avanzar sus intereses económicos individuales; para crear condiciones económicas que garantizan poder político partidista sirviéndole de alzacolas de los adinerados y al imperio.
Su desarrollo sustentable es cómplice del capitalismo y atenta contra la clase trabajadora. Es necesario entonces reflexionar como radicalizar el desarrollo sustentable haciéndolo primeramente uno anticapitalista. Si no nos radicalizamos no transformaremos nuestro país.
El desarrollo sustentable debe tener como objetivo de eliminar todas las injusticias económicas, sociales, culturales, políticas que hemos enfrentado por 120 años de colonialismo. Este tiene servir para romper el espinazo de la injusticia y la violencia económica inherente al colonialismo.
El desarrollo sustentable debe aspirar a crear un “hombre completo” (según Hostos), saludable en sus dimensiones espiritual, emocional, físico, social, cultura, desde una perspectiva comunitaria, colectiva. Un ser humano saludable en todas estas dimensiones será un eslabón inquebrantable que contribuye al fortalecimiento de la comunidad, en camino a conseguir una nación vibrante.
El desarrollo sustentable debe escuchar, integrar, debatir todas las experiencias de lucha, las visiones creativas de la gente, que a pesar de las condiciones de opresión, persecución, y desigualdad; han resistido y creado iniciativas de transformación social en nuestras comunidades. El desarrollo sustentable se construye desde la humanidad, la cultura, la sabiduría, la historia de lucha, resistencia y creación de la clase trabajadora.
Desarrollo sustentable no es, precarizar y llevar a la indigencia a nuestros adultos mayores, a nuestros niños y niñas. Desarrollo sustentable no es negarle la oportunidad de una educación integral, liberadora a nuestra gente. Desarrollo sustentable no es servirle en bandeja de plata a las clases foráneas y blanquitas del patio, los haberes del pueblo, recursos naturales, tierras agrícolas, agua, cielo, mares, recursos humanos, culturales, para que sean monopolizados para el pecunio privado.
Hay que estar ojo visor para evitar que vividores del movimiento ambiental y explotadores de los pobres en nuestras comunidades, vendan como desarrollo sustentable proyectos que contribuyen al “gentrification”, perpetuando el racismo ambiental, o proyectos de reciclaje que no reciclan nada, proyectos de tecnología agrícola que proveen a la agroindustria el control de nuestras mejores tierras agrícolas y amenazan la posibilidad de alcanzar nuestra soberanía alimentaria.
El desarrollo sustentable es el poder soberano de la gente a decidir, construir, crear visiones, proyectos, y acciones que comiencen a desmantelar las bases institucionales que crean y sostienen las desigualdades económicas, sociales, que promueven y alimentan la violencia en nuestras comunidades.
Todo esto crea una “excusa” para la represión política y la violencia del estado en nuestras comunidades, implementadas por un ejército de ocupación policial-militar y con instituciones gubernamentales que protegen al rico y marginan a los trabajadores y trabajadoras del pueblo. Y la única manera de tener la posibilidad de lograr encauzar este debate e implementarlo es en la soberanía que solo nos garantiza la independencia nacional. Sigamos el debate, el diálogo, por una nación, independiente y caminando a la sustentabilidad.
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